Nadie me quiere escuchar,
total yo no sirvo.
Ya no puedo más,
no quiero pensar más en esos dos.
El Ratoncito
ya no quiso esforzarse más.
Y empezó a mirar el cielo azul e inmenso.
Pero allí
apareció la cara del mono
y la zorra con mucho miedo.
Viendo esas caras,
no pudo más estar en paz.