El viejo avaro se alejó con el perro y luego le dijo: “¿dónde puedo cavar? ¿dónde están los lingotes de oro?” Cuando el abuelo cavó, ¡Fofff!!!! Un olor apestoso salió de la tierra.
El viejo, muy enojado, golpeó tan fuerte a Shiro en la cabeza que el perro apenas pudo decir “guá!” y sin terminar el chillido murió.