*¿Qué ocurrirá? oigo un sonido débil, muy débil.
El joven se preocupó y sin poder contener la paciencia, abrió la puerta de la cabaña. Al hacerlo, vio un ala de grulla. La esposa era la misma grulla rescatada y con sus propias plumas estaba haciendo el tejido. *¡Ah, así que eras tú!